Por: Cristino Alberto Gómez
Las barreras vivas son hileras de plantas sembradas a poca distancia, en curvas de nivel, con el objetivo de conservar el suelo y protegerlo de la pérdida por erosión. Para el eficiente cumplimiento de esta función se usan especies perennes y de crecimiento denso, las cuales pueden establecerse en hileras simples, dobles o triples. Algunas de las especies normalmente utilizadas son: pachulí (Vetiveria zizanioides), piñón cubano (Gliricidia sepium), limoncillo (Andropogon citratos), sábila (Aloe vera), guandul (Cajanus cajans) caña (Saccharum officinarum), yerba caña (Pennisetum purpureum) y piña (Ananas comosus),
Las plantas a utilizar como barreras vivas para conservar los suelos de laderas, deben ser resistentes a la sequía y además tener porte bajo para que así no compitan con el cultivo principal. La piña, al igual que la sábila, es una especie que cumple satisfactoriamente esas condiciones. Es importante considerar que ambas pueden ser aprovechadas directamente, además de cumplir la labor de conservación, la una como fuente de alimentación y la otra como medicinal. De esa manera, las especies empleadas como barrera viva constituyen fuentes de ingreso accesorias al cultivo primario de la plantación.
La piña se puede asociar con varios cultivos y utilizarse en diversos sistemas de producción para retener y conservar el suelo y el agua. En El Salvador, uno de los países donde más se emplea esta especie como barrera viva, la práctica de barreras vivas se realiza para favorecer la filtración del agua en hortalizas semi-orgánicas de terrenos donde el preciado líquido es escaso. La misma función se persigue al incluirla en planes de reforestación, tal es el caso de la Cordillera del Bálsamo en el departamento de Sonsonante, donde la Cooperativa Nuevo Renacer plantó en 2001, en un proyecto de reforestación con bálsamo, unos tres mil metros lineales de piña en barreras vivas, también para mejorar la infiltración y así aumentar la retención de agua en los suelos de la cordillera. No menos de esa extensión ha sido sembrada en las cercanías de la Laguna de Metapán, por los pobladores locales, organizados en la Asociación de Desarrollo Comunal Pesquero Laguna de Metapán (ADESCOP), quienes además cosechan las frutas para la alimentación.
Veamos el caso de la comunidad El Trapiche, en Honduras. En esta localidad del municipio Teupasenti, en El Paraíso, situada en zonas montañosas cercanas a la reserva El Chile, la economía depende de la agricultura de subsistencia. Sus habitantes cultivan principalmente café, maíz y habichuela, de los cuales el primero es el de mayor importancia por las posibilidades de mercado y el valor económico del cultivo en el país.
En el último cuarto del siglo XX, el suelo y la vegetación de El Trapiche sufrieron una fuerte degradación dado el predominante sistema agrícola de tumba y quema, así como por los efectos de una serie de fenómenos devastadores de origen natural. El acontecimiento más desastroso fue un incendio ocurrido en 1997, que marginó más del 80 por ciento de las familias al destruir aproximadamente 60 hectáreas de café y 500 hectáreas de pastos. Este incendio, complementado por el huracán Mitch un año más tarde, llevó a condiciones miserables la fertilidad de los suelos en la comunidad El Trapiche.
En 1999 el Proyecto de Desarrollo Rural Centro Oriente (PRODERCO) interviene, por acuerdo con el Instituto Hondureño del Café (IHCAFÉ), fomentando el establecimiento de sistemas agroforestales con café y otras especies como plátano, guama y piña, seleccionados por la compatibilidad entre ellas y su valor comercial. A medida que el plátano ofrece la sombra temporal a espera de que la guama crezca, la piña en barreras vivas cumple la función de conservar el suelo a la vez que ofrece de por sí una producción comerciable. La piña se siembra a 30 centímetros entre plantas, y la distancia entre hileras es definida según la pendiente del terreno.
Gracias a la participación colectiva en el trabajo y la generación de ideas, la comunidad de El Trapiche está ampliando su proyecto; sus cohabitantes se enorgullecen del trabajo que realizan, los conocimientos que adquieren y la esperanza de grandes beneficios futuros. Plenamente han experimentado que mediante la unión y el esfuerzo colectivo se puede llegar más lejos.
El uso de la piña para barreras vivas es una alternativa eficaz para aprovechar esta bromeliácea sin necesidad de establecer monocultivos extensivos que puedan degenerar los suelos, como ha sucedido por la entrada de grandes transnacionales en países como Costa Rica, donde su cultivo ha causado serios efectos sobre el ambiente y la sociedad. Contrario a esto, al utilizarla en barreras vivas, la piña ejercerá un efecto importante en la conservación de suelo y la diversificación de los cultivos con todos los beneficios que genera.
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